LOS GRUMETES:
Los Ultimos Veleros del Mediterraneo
Los Ultimos Veleros del Mediterraneo
Los grumetes, o más conocidos
por ”Chicos de Barcos”, fueron unos niños que en tiempo pasado formaron parte de las dotaciones de los barcos a razón de uno por velero.
Su edad oscilaba entre 14 años en adelante, podía decirse que era un aprendiz de marino. Había buques fuera de la ley que con 9 años ya pisaban la cubierta, pero hasta los 14 años no se les daba la matricula de mar. El pobre chico era el pararrayo de todos, recibiendo el maltrato físico de la tripulación.
Muchas lágrimas derramaron estas criaturas en su soledad, sin cariño de
nadie y en convivencia con seres rudos, sin un sentido dulce de la vida.Su edad oscilaba entre 14 años en adelante, podía decirse que era un aprendiz de marino. Había buques fuera de la ley que con 9 años ya pisaban la cubierta, pero hasta los 14 años no se les daba la matricula de mar. El pobre chico era el pararrayo de todos, recibiendo el maltrato físico de la tripulación.
El mejor trato lo recibían del Contramaestre, que al mismo tiempo les enseñaba el oficio. El que peor trato les daba era el cocinero que le veía como esclavos en propiedad.
Conviviendo con aquellos marineros la mayoría gente ruda y en tierra entre medio de prostitutas y maleantes, pronto aprendían a ser golfillos.
Por las mañanas a las cuatro de la madrugada era levantado de la litera
para que hiciera el café de toda la tripulación, con la dificultad de hacer
fuego en la cocina que a veces estaba situada en cubierta con tres manparas sin
puerta, donde se colaba el viento y la lluvia.
En aquella época por la noche los ranchos de la marinería se servían en el
castillo de proa y se alumbraba con un farol de aceite; el chico era el
encargado de mantener todas las luces encendidas. El bote de a bordo, también era misión de él pues todas las mañanas
debía de achicarle el agua, limpiarlo y tenerlo siempre dispuesto.
Los remos, las defensas los escálamos, para que no se perdiera los guardaba debajo de su colchón.
Los remos, las defensas los escálamos, para que no se perdiera los guardaba debajo de su colchón.
Cuando el barco llegaba a un puerto o
bahía y fondeaba, el chaval era el encargado de llevar y traer a todo el personal bogando de un lado al otro.
Noches frías con su chaquetón, al duro frío, esperaba que la tripulación borracha volviera para retornarles a bordo.
Noches frías con su chaquetón, al duro frío, esperaba que la tripulación borracha volviera para retornarles a bordo.
El grumete comía aparte y en el caldero pues los marineros comían todos
de una platera o fuente grande, siendo él responsable de que no hubiera ninguna piedrecita en las
lentejas que previamente seleccionaba; naturalmente le tocaba lavar todo lo
ensuciado dejándolo brillante.
El tanque de agua dulce lo llenaba con barriles de las fuentes de los puertos que
se tocaba y los chicos de los diferentes barcos hacían repetidas colas en las fuentes y
se entretenían jugando en las calles portuarias.
En los barcos se iba descalzo y el grumete igual que la tripulación. El
mundo de las alturas, en las velas altas, escandalosas, estays y sobrejuanetes
ellos eran los encargados de largarlas y aferrarlas por su poco peso y
habilidad.Estos chiquillos en cuanto tenían algún dinero, por 20 céntimos la entrada, iban a las películas mudas con acompañamiento de piano incluido. En Barcelona en los cines “Marina”de la Barceloneta y "Monumental", "Diana", "Argentina” todos ellos en la calle de San Pablo.
También eran iniciados en el amor por las prostitutas ya mayores que paseaban por los muelles, a cambio de algún trozo de vela.
Al cumplir los 18 años les daban un cuartón, es decir la cuarta parte de lo que ganaba un marinero, dejando el maléfico rango de grumetes.
Al cumplir los 18 años les daban un cuartón, es decir la cuarta parte de lo que ganaba un marinero, dejando el maléfico rango de grumetes.