Los últimos veleros del Mediterráneo ( José Huertas Morión )
Dice
el Derrotero del Mediterráneo: “ El golfo de San Jorge o Sant
Jordi, es un seno de más de 10 millas de saco y de unas 23 de
extensión, comprendido entre los cabos de Tortosa y de Salou. Aunque
por su corta extensión se pasa pronto, es temible con vientos de
travesía para los veleros, a causa de que las corrientes aconchan
las embarcaciones en él, como asimismo lo es con vientos del NW o
maestrales que denominan de invierno, soplando con fuerza que
generalmente no permiten regir velas".
Este era el famoso golfo de Sant Jordi, y el no menos célebre cabo de Tortosa de la época de la navegación
velera; para aquellos barcos dedicados a la navegación de cabotaje en el
litoral español del Mediterráneo, representaba lo que era para los veleros de
gran porte el famoso cabo de Hornos.
La realidad
es que el trozo de costa comprendido desde el puerto de Vinaroz al puerto de
Tarragona, que cogía todo el delta de los Alfaques, desembocadura del Ebro y
Golfo de Sant Jorge, era el pedazo de litoral más peligroso de toda la cuenca
del Mediterráneo, contando con el Golfo de León; ello era por dos motivos; el
primero por los vientos huracanados que solían soplar del NW, y segundo, el mal
balizamiento, que podía considerarse nulo de toda la costa baja, desde el faro
de Baña, cabo Tortosa y faro de Fangar, de muy poco alcance.
Cabría añadir los temporales de invierno frecuentes, en los que se perdía toda visibilidad.
Los
verdaderos prácticos del golfo eran los pescadores de San Carlos y de la
Ampolla, dedicados a la pesca del bou con las parejas de arrastre a la vela,
que tenían que trabajar todos los días, pero cada año se pagaba un tributo de
vidas y de embarcaciones rotas y pérdidas debido a los fuertes vientos.
Los
pescadores de la Ampolla, tenían un día que aunque la mar estuviera plana no
salían a la mar, el motivo es que en esa fecha, un durísimo “mestral” barrió
con todos los hombres.
Es del pueblo que se encontraban en el mar,
destrozando las embarcaciones y ahogándose todos los hombres, quedando en el
pueblo solo las mujeres, ancianos y niños.
Con razón se
llamaba a este pedazo de costa “ el
litoral de la muerte” y los veleros “
Soberano-Alicantino-María Giménez-Adela Villanueva-Villa Calella-Virgen del
Milagro-Marina-Gravina-Cala Gabiota-Alfredo Velasco y otros que desaparecieron
con las tripulaciones completas y los que lograron sobrevivir fueron rescatados
agarrados a los palos con el caso hundido en el fuerte temporal.
Todas las
cosas de la vida, al pasar el tiempo, caen en el olvido y quedan como si jamás
hubiesen existido, por eso al escribir estas líneas, es como dejar un recuerdo
de ellas y de una vida dura y de sacrificios, cuyo único pago era el de
miserias y escasez en el modo de vivir.