LAS CARAS DEL MAR ( Luis de la Sierra, C.de Fragata )



Luis de la Sierra
   Desde el benévolo que suele mostrarnos en las zonas denominadas de "calmas ecuatoriales" hasta el normalmente airado de las latitudes altas: en los "rugientes cuarenta" del hemisferio austral, o en el océano Glacial Artico, hay toda una gama, todo una escala de valores, limitada por los ciclones tropicales y extratropicales y las tempestades mas terribles, de una parte, y los alisios de los mares del Sur del océano Indico a las ventolinas veraniegas de nuestras latitudes, de la otra; toda una gradación infinita desde el punto de vista cromático, termostático, acústico y de peligrosidad para el navegante; una variación continua en la flora y fauna, altura y violencia de las olas, nubosidad, aspectos del cielo y brillo de las estrellas. 

    Desde un firmamento enteramente enrojecido y llameante, cual inmensa cúpula ardiente, que tiñe las aguas igual que un rubí, hasta el zafiro que corona el Egeo, al azul de Prusia fugazmente visto a través del impresionante ojo de cualquier huracán.


  La mar puede mostrarnos todos sus disfraces, todas sus facetas, todas sus caras: caras airadas, vindicativas, adustas, serenas, bondadosas, sonrientes; puede hacernos todas las muecas y visajes.
   El mar, la hermosa mar, es entre otras muchas cosas, la más formidable y consumada actriz que existe y ha existido nunca.
   Durante los siglos XVI, XVII y XVII, el 50%
de los marinos que se hacían a la mar, jamás regresaron y sucumbieron en ese inmenso cementerio acuático.