Transcrito del libro de Pablo Delgado Guerra:
En cada crucero, antes de llegar a las Islas de Cabo Verde, el médico nos hacía una conferencia referente a la sífilis y al salir a tierra, siempre nos entregaban un tubo de pomada para utilizarlo en caso de haber ido con prostitutas, y a la llegada al barco, te obligaban con permanganato.
En el Barco había control sanitario muy estricto con las enfermedades venéreas y muy en particular a las ladillas; nos hacían poner desnudos delante de la enfermería, y un segundo de Sanidad, que siempre nos hablaba en gallego, un hombre de lo mas bruto que pueda existir, con barrote de madera adecuado, separaba los bellos de las partes genitales, buscando esos famosos animalitos. Desgraciado aquel que se le ponía tiesa.
Fue a través de esos controles, de que el peligro estaba en Lisboa y no en Cabo Verde, porque en el crucero anterior, hubo nueve personas que pescaron sífilis. Estos no desembarcaron pero hacían cuarentena a bordo.